jueves, 7 de noviembre de 2013

vecinos


SECUNDO CAPITULO

Camino a casa, Liz y Bárbara ya no me acompañan, sus casas quedan más cerca que la mía, así que me quedo caminando sola como medio kilometro y algunas veces me arrepiente, no me gusta caminar sola le da tiempo a mi vocecita racional para molestarme <<te salvaste el trasero hoy en clase de literatura ¿Eh?¿en qué estabas pensando? >>y hablando de la reina de roma…-bueno por lo menos tenía razón, en que estaba pensando no lo recuerdo, eso es lo malo cuando te ausentas mentalmente de una clase en donde eres el centro de atención, -mejor dicho la sabelotodo de literatura-interrumpe mi vocecita racional –la ignoro- todos se dan cuenta de que faltas. Me pesa la mochila y hace mucho sol, pero mírame tengo un convertible en el garaje en muy buenas condiciones, que cualquier chica adolescente moriría por conducir, pero me reúso a usarlo porque es muy llamativo y eso de llamar la atención no se hizo para mi, entonces… ¿Por qué te quejas del sol?-  me frunce el ceño y hace pucheros mi vocecita racional-me rio- pero cuando me doy cuenta ya estoy enfrente de mi puerta.
Siempre hago lo mismo cuando llego a casa, saco la llave de la selva que es mi mochila, paso la llave, abro la puerta, dejo  la mochila y el uniforme exactamente  en el mismo lugar que mi madre me advertía muchas veces que no los deje pero inconscientemente siempre lo hago. Me dirijo a la cocina  y encuentro la única comunicación que mi madre y yo tenemos de 3: pm a 6: pm, una notita en el refrigerador sostenida con un imán de naranja, últimamente siempre teníamos que hablar con un decorador para nevera de intermediario:

Hola hija:
 Hice lasaña caliéntatela en el microondas
Besos, mamá
P.D: guárdame un poco.

Odiaba la lasaña, pero ni siquiera mi madre sabia eso, arrugo la nota, la tiro a la basura, pero no encesto, saco unos huevos del refrigerador y me dispongo a hacer una tortilla (la única cosa que sé hacer en la cocina)
 Enciendo el televisor para tener ruido de fondo, el silencio no me gusta,  bato los huevos y los echo al sartén, pico jamón y taran… tengo una tortilla, busco un plato me sirvo la GRAN comida que he preparado, saco un jugo de naranja y me siento en la mesa que ahora me parece demasiado grande.
 Mi casa es grande conformada con muebles de madera tipo rustico pero a la vez elegantes, bueno eso es lo que dice mi mama, a mi me parecen normales, pero debo admitir que de cierto modo me agradan le da un toque de frescura a la casa, en las paredes hay fotografías de mis padres jóvenes, de mi hermano cuando era hermoso, es decir cuando bebe y de mi cuando cumplí los 14 años, me veía horrenda con esos frenillos por suerte hoy ya no los tengo.
Subo a mi habitación, no es una típica habitación de niña mimada creo que más bien parece de hombre con muebles blancos, paredes azules y mi mayor inquisición: una repisa con muchos libros que nunca tienen polvo, me gusta mucho leer lo admito, pero hoy pasare de largo, tengo un ensayo de 4 páginas que hacer.
 


                                               ***
-¿sabías que se vendió la casa de enfrente?- dice mi madre entusiasmada.
-así que tendremos nuevos vecinos-respondo- siempre que alguien nuevo al suburbio mi madre prepara una ostentoso pastel de manzana para dárselo como bienvenida y así mostrarle que somos buenos vecinos- pero ¿te pido un favor?-pongo mis ojos borrego-dime hija- no me obligues a llevar un pie de manzana-mi madre pone sus manos en la cintura-oh no-.
-Emma, solo lo hago para mostrar que somos buenas personas-exclama.
-somos buenas personas mama -reitero- un pie de manzana no hará la diferencia. Con el tiempo los vecinos tarde o temprano se darán cuenta.


         

No hay comentarios:

Publicar un comentario